domingo, 11 de marzo de 2012

No quiero una tumba con flores




No quiero una tumba con flores.
Los gusanos ya me han comido suficiente.
Mi legado seguirá intacto: lo que soy, lo que digo,
Lo que hago, lo que escribo y lo que callo,
son el inventario exacto de un yo que ya ha sido.
Me adoctrinaron en rígida disciplina
Soy el resultado imperfecto de esa trampa.
Subsisto pisando la tierra que me cae encima,
asciendo, asciendo
Y asumo la condición de árbol en todas sus estaciones.
Amo como camicace que se inmola
y conoce su trágico final,
admito el sacrificio, también acepto la recompensa:
vivir en los límites. Es  mucho mejor
tener que mantener el equilibrio
que seguir una ruta familiar.  
Queda la sorpresa
algo que se intuye y no es visible
algo en lo que desaparecer
como en una densa bruma.
Pero no quiero una tumba con flores, eso no.

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