martes, 31 de enero de 2012

Curvismo de fusión

Ha sido todo un descubrimiento esta obra que me ha encantado, disfrutadla. http://fabioladiazarte.blogspot.com/






Sobre la Obra “Equs en Libertad” en palabras de su autora Fabiola Díaz:

“Esta obra es la primera que realice en lo que llamo “Curvismo de Fusión” en donde las líneas curvas sirven como conectores entre el fondo y la imagen principal, que en este caso es el caballo, con el color se delimita la independencia, pero el movimiento continuo curvo hace evidente la interrelación armónica entre ambos.
Este es un cuadro que tiene mucho significado para mi, porque después de una búsqueda logré crear una imagen que cumple con algunos elementos que son importantes para mi: composición visual, mensaje, armonía cromática y originalidad.
Equs en Libertad está realizado en óleo sobre tela, es una pintura figurativa, la cual no hubiera sido posible realizar sin conocimiento de la técnica realista y tampoco sin el desarrollo que hice a través de los cuadros abstractos que me dieron el manejo de la curva para llevar a un estado más evolucionado que es el “Curvismo de Fusión” que inicia con este cuadro y que a la fecha lo he avanzado en otra serie que denomino “Curvismo de Fantasía”
De igual forma, se mantiene el contraste de los colores cálidos del caballo con el fondo en armonía
La serie de curvismo de fusión me permite hacer evidente el efecto que tenemos en el entorno y éste sobre nosotros, con el fin de hacer una reflexión sobre las implicaciones positivas o negativas de nuestros actos, a fin de canalizar al menos lo que a nosotros nos corresponde, para crear un efecto positivo a nuestro alrededor, ya que justamente estamos fusionados aunque sin perder nuestra individualidad.


Palabras (según Virginia Woolf)


"Están llenas de ecos, de memorias, de asociaciones. Han estado por todas partes: en los labios de la gente, en las calles, en sus casas, en los campos, por tantos siglos.
(...) Son la más salvaje, libre, la más irresponsable, la más inenseñable de todas las cosas. Por supuesto, puedes atraparlas y distribuirlas y colocarlas en orden alfabético en los diccionarios. Pero las palabras no viven en diccionarios. Viven en la mente.
(...) Son altamente sensibles, y fácilmente se incomodan y apenan. No les gusta que se discuta su pureza o impureza. Son muy democráticas, también. Piensan que una palabra es tan buena como la otra, y las palabras mal educadas tan buenas como las educadas, y las incultas tan buenas como las cultas: no hay rangos ni títulos en su sociedad. Tampoco les gusta ser examinadas por separado. Se pasean juntas, en enunciados, en párrafos - a veces en páginas enteras a la vez.
Odian ser útiles, odian hacer dinero, odian que se les den lecciones en público. En pocas palabras, odian cualquier cosa que les estampe un significado o las confine a una actitud, pues su naturaleza es cambiar."

domingo, 29 de enero de 2012

Miedo



La ignorancia me da frío,
por eso busco abrigo en mi piel
como el animal que se encoge
preparado para asestar un golpe mortal.
Este justo momento
sería el primer verso de un poema
que habla de mi vida.
Pero siempre se escapan las palabras,
aunque me abrace a ellas con fuerza.
Mi memoria se quiebra ante tanta ausencia
El miedo crece como un monstruo infinito
se apodera de mí en cada palabra.
Escribo desde el borde,
a un paso de la caída,
dispuesta, siempre dispuesta
a los estragos del viento.



sábado, 28 de enero de 2012

Juicio Clínico


He empezado a llorar desconsolada mientras fregaba una olla, la bayeta se ha teñido con los restos de salsa de tomate, no he podido recuperar su color, a pesar de haberlo intentado con insistencia. El sumidero se ha tragado las sobras, han bajado por la cañería y han desaparecido. Pero la bayeta ha cambiado de aspecto. Algo inesperado  ha sucedido. Por eso, durante cinco minutos he llorado hundida en la más absoluta desesperación. He cocinado después de llegar del hospital. Macarrones.
 Anoche me detecte un pequeño nódulo en el costado. Hace dos semanas que no coincido con mis amigos en el desayuno,  esta mañana me he reunido con ellos. No he comentado nada. Después he subido al lavadero de mi casa. Llevo un año sin limpiarlo. Es lo más parecido a los restos de un naufragio. Me he apresurado en eliminar las señales del abandono. El técnico ha llegado antes de lo que esperaba. Su mirada era un auténtico reproche, aunque no ha conseguido intimidarme. Cuando ha terminado de reparar la lavadora, he conducido  quince kilómetros hasta el hospital. En el trayecto miro la franja de mi rostro que se ilumina en el retrovisor. Todavía me reconozco, aunque algo marcha mal en mi cabeza. Ese ha sido el feroz diagnóstico. Ni el historial que he acumulado durante años, ni la última intervención (un carcinoma) han convencido al médico.  Puede que haya convivido con él durante años, me ha dicho, a simple vista parece superficial.  Yo lo noté anoche,  la incertidumbre me ha roto. Por eso ella piensa que soy un caso de estudio. Pero en realidad lo que no he podido soportar  son  las huellas que la salsa ha dejado  en su perfecto amarillo.


viernes, 27 de enero de 2012

Es un regalo


He manifestado en varias ocasiones, desde este blog, mi más absoluta admiración por Carlos. C. Lainez. Me encanta, aunque sus "Oficios imposibles" me parecen insuperables, siempre que veo un trabajo nuevo me conmuevo.

Microrelato ilustrado



  Igualito, igualito que yo.

sábado, 21 de enero de 2012

La última frontera



Ya no duermo
es el año del barro,
me derrumbo
dentro y lejos de mi,
vértigo orillado,
noto mi presencia detrás del muro.
El humo no me deja.
La casa  tiene ventanas de humo.
El humo es un laberinto en el que mi nombre se pierde.
Mi nombre es surco entre la piedra.
La piedra se ahoga en el barro
Murmullo
¿Viajar?, atravesar un puente es un viaje.
El trayecto
desde las nubes hacia una ruta de interior
es un puente.
Un golpe seco en el año del barro
es una nube, es un puente, es una piedra
y un murmullo que no cesa.
¡¿Qué haces loca, escribiendo éste  poema?!

martes, 17 de enero de 2012

Acerca de "El tapiz"




No he sido capaz de expresar lo que quería, al menos no del todo. En el poema “El tapiz” he intentado contar una sensación, una experiencia, una curiosidad y la nostalgia imborrable que permanece en mi memoria .Pero realmente he escrito un mal poema de un buen recuerdo. Es recurrente, tanto en poesía como en otros géneros, regresar al pasado. Yo no suelo viajar por esas rutas, pero, a menudo, ocurre que el recuerdo es tan intenso que necesitas hablar de él. Ya me pasó en otra ocasión. En un relato (Una calle estrecha “Ío” cuadernos de creación literaria, plurabelle 2005) hablé por primera vez acerca de ese tapiz (“…A un lado, sobre la pared izquierda,  se sostenía a duras penas un enorme cuadro con un paisaje muy verde; y al fondo del paisaje, sobre una montaña, un castillo rosa chillón, del que de pequeñas solíamos pensar que era la casa ideal para vivir…”) Allí estuvo durante muchos años, toda mi infancia en realidad. Desapareció. Un día volví a mi casa y ya no estaba. No pregunté por él, pero de vez en cuando vuelve a mí como si reclamase su lugar, ese lugar propio desde el que partieron mis primeros sueños. Y a pesar de no conseguir el  gran poema que el cuadro  merece, valga – a modo de excusa por el texto anterior- éste pequeño apunte. Eso sí,  volveré a intentarlo.



viernes, 13 de enero de 2012

El tapiz





Durante el invierno
aquel palacio que se descolgaba por el muro
me permitió imaginar.
Algo intangible  desde el tapiz inundaba el cuarto,
quizás entonces pensé el primer poema,
allí  entre los dos primeros árboles
de un bosque que se intuía frondoso.
Tienes que dormir, decía mi madre,
la noche no tiene piedad con los que no sueñan.
Viví durante mucho tiempo  en un jardín,
 entre los brazos de mi abuela y leche caliente
 mis ojos nunca se cerraron
pero yo soñaba, madre.




martes, 3 de enero de 2012

Después de la lluvia


Y cuando llueva
me veré obligada a mostrarme,
pasión fiel en la tormenta.
Algún desconocido  escribirá  elaboradas metáforas
que hablarán de mi,
que me harán pedazos.
Con el miedo  trenzado al cuello,
entre palabras malignas y vacías,
tendré que retroceder piel adentro
sin la orgullosa alegría  que sostiene
 a un equilibrista en el aire.



(la imagen es de Salloh)