domingo, 11 de septiembre de 2016

Madre



Tenía trece años, Y se le perdía la mirada cortando cupones para el pan. Se hizo fuerte a golpe de súplicas, llantos y lástima. Hurtaba a escondidas alguna pieza que otra por no ver el llanto de un niño que succiona el seno flácido de su madre. Tanta hambre, tanto dolor en los gestos cotidianos. Sólo tenía trece años, y ya era piedra.
Mucho tiempo después aprendió la ruta de las aves, frágil.
¡Cuanto esfuerzo para un solo vuelo!
...
Y si no hay el blanco suficiente
para que destaque la huella
será el ojo avizor
el que encontrará la ruta.
Ni el viento ni la luz en contra,
ni el trueno enfurecido
detendrán el vuelo lento de los pájaros.
...
 No guardes luto, decía.
Yo estaré feliz de volver a los brazos de mi madre.
Le hablaré de ti, seguro
Siempre tuvimos códigos para comunicarnos
Sabrá de tu voluntad con alas
y que siempre encontrarás tu camino de regreso
allá donde vayas,
porque fuimos la misma piel
y grabado quedó
el lugar que siempre nos acogerá,
en la tierna y perdida infancia.