miércoles, 23 de marzo de 2011

Sobre la decepción y la duda.

 
Ayer me fui a la cama con cierta decepción, sabiendo que en ese momento justo en el que parece que el sueño te va a hundir en la inconsciencia, aparece algún pensamiento que es como un vuelo rasante que deja atrás  cosas sin barrer, momentos plomizos envueltos en un desánimo animal que intimida el descanso .Y me falta el aire. Esta mañana he caído en la cuenta de que últimamente callo las cosas más que nunca; callar es vivir con la tristeza en todas partes, ahora que el sabor del café me acompaña en los primeros bocetos del día, siento que las palabras que escribo amarillean como el papel y después de acabar con ellas, ya no son ni su sombra. Dudas, a fin de cuentas, que alimentan olvidos imposibles, recuerdos necesarios, presentes inaceptables; insomnio, punzadas, y los pulmones intentando el ensanche suficiente para poder respirar mejor. Intento  el balance numérico sobre amores  –porque sentirse amada siempre alivia- y no puedo soportar ser número primo ante los números imaginarios, irracionales o quebrados que ellos representan. Así que, para hacerle frente a las horas, me dedico a vagar entre este puñado de palabras que frente a mí crecen, y no es que ya respire mejor, pero ahora más que nunca necesito poner orden en mi vida; así pues, con urgencia, necesito cambios irremediables, caústicos y a veces imagíno que irreparables. Es hora de enterrar a la muerta que llevo dentro, y a la viva que me permiten, para ser quién quiero ser, que para eso todas ellas son mías.

1 comentario:

  1. Detecto una rebeldía que nunca antes había visto en ti... Y eso me gusta. A veces es necesaria para dar el paso acertado, para girar la ruleta hacia el lugar que más te gusta, para reclamar un Amor que te mereces, para ser tú misma... Porque todas las mujeres que habitan en ti no son tuyas... Todas esas mujeres eres Tú.

    Un Beso de Café Matutino, Isabel.

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