lunes, 27 de mayo de 2013

Diaro




Para ser miembro de mi familia, debías dominar varias artes. Era algo sabido de lo que nunca se hablaba.Teníamos ritos de fertilidad trenzados sobre las flores que adornaban la cocina. Sabíamos del poder del fuego y aprendimos la danza cuando apenas podíamos andar.Hacíamos coronas de hierbas que introducíamos en el caldo del puchero, que nunca cesaba de hervir; día y noche. Atesorábamos el secreto para mantener la lumbre siempre dispuesta. Embriagábamos a nuestros hombres con cantos y vino y en el cambio de luna, sacrificábamos al más anciano vestido con la túnica del pastor.
Dominábamos las artes blancas, por eso paríamos guerreros que se perdían en el bosque y regresaban con la lluvia. Los que no podían controlar su ira, no regresaban nunca.Poseemos códigos propios y nunca vivimos en casa ajena. Quemamos a nuestros muertos y con sus cenizas hacemos piedra.
Cuando un nuevo miembro nace, las mujeres gimen, los hombres emiten un extraño grito y la casa cruje. 

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