lunes, 25 de abril de 2011

Aullido, la película


Basada en el poema que da título a la cinta (Howl)  sirve como hilo conductor para repasar la vida del poeta Allen Ginsbers (considerado portavoz dentro de la Beat Gereration de los 50) y el proceso judicial al que sometieron al editor del libro.
 La película solo se puede ver en versión subtitulada, pero casi es mejor; realizada entre el cine en blanco y negro, el anime y el color, una mezcla extravagante que a mí me ha gustado. Otra cosa que me ha encantado es al autor (actor) recitando, porque muy pocas veces puedes escuchar un poema como es debido, al menos a mí me lo parece, la gran asignatura pendiente de muchos autores/as es la lectura de sus propios poemas, y en esta ocasión  me ha encantado, así que os recomiendo que la consigais y la disfruteis.

sinopsis
En 1957, una obra maestra de la literatura estadounidense sacudió a toda una generación y supuso el nacimiento de la Contracultura. La obra, considerada obscena por los sectores más reaccionarios de la sociedad, fue llevada a juicio en San Francisco. 




AULLIDO  ( Fragmento)
                                                                                                              por Allen Ginsberg
traducción de Rodrigo Olavarría
Para Carl Salomón

I Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas histéricas desnudas, arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo, hipsters con cabezas de ángel ardiendo por la antigua conexión celestial con el estrellado dínamo de la maquinaria nocturna, que pobres y harapientos y ojerosos y drogados pasaron la noche fumando en la oscuridad sobrenatural de apartamentos de agua fría, flotando sobre las cimas de las ciudades contemplando jazz, que desnudaron sus cerebros ante el cielo bajo el El y vieron ángeles mahometanos tambaleándose sobre techos iluminados, que pasaron por las universidades con radiantes ojos imperturbables alucinando Arkansas y tragedia en la luz de Blake entre los maestros de la guerra, que fueron expulsados de las academias por locos y por publicar odas obscenas en las ventanas de la calavera, que se acurrucaron en ropa interior en habitaciones sin afeitar, quemando su dinero en papeleras y escuchando al Terror a través del muro, que fueron arrestados por sus barbas púbicas regresando por Laredo con un cinturón de marihuana hacia Nueva York, que comieron fuego en hoteles de pintura o bebieron trementina en Paradise Alley, muerte, o sometieron sus torsos a un purgatorio noche tras noche, con sueños, con drogas, con pesadillas que despiertan, alcohol y verga y bailes sin fin, incomparables callejones de temblorosa nube y relámpago en la mente saltando hacia los polos de Canadá y Paterson, iluminando todo el inmóvil mundo del intertiempo, realidades de salones de Peyote, amaneceres de cementerio de árbol verde en el patio trasero, borrachera de vino sobre los tejados, barrios de escaparate de paseos drogados luz de tráfico de neón parpadeante, vibraciones de sol, luna y árbol en los rugientes atardeceres invernales de Brooklyn, desvaríos de cenicero y bondadosa luz reina de la mente, que se encadenaron a los subterráneos para el interminable viaje desde Battery al santo Bronx en benzedrina hasta que el ruido de ruedas y niños los hizo caer temblando con la boca desvencijada y golpeados yermos de cerebro completamente drenados de brillo bajo la lúgubre luz del Zoológico, que se hundieron toda la noche en la submarina luz de Bickford salían flotando y se sentaban a lo largo de tardes de cerveza desvanecida en el desolado Fugazzi’s, escuchando el crujir del Apocalipsis en el jukebox de hidrógeno, que hablaron sin parar por setenta horas del parque al departamento al bar a Bellevue al museo al puente de Brooklyn(...)


No hay comentarios:

Publicar un comentario