Mi padre es la sal y la tierra, artesano en las blancas artes, dormitaba con un cigarrillo entre los labios y un libro entre las manos, ese fue sin duda su viaje favorito, su destino soñado, el lugar donde podía estar a salvo su patria, su libro.
Qué difícil la tarde
Honro a
mi padre muerto
con
luces que se apagan por sorpresa,
honro
su imagen que languidece en las fotos
al
calor de las velas que lo invocan.
Sé que
proteges tu legado oculto
mantienes vivo tu blanco arte
cuando impones
tu presencia
en esas
comidas familiares
que vigilas
desde detrás del cristal.
Sabemos
cuál es tu lugar, ese
por el
que peleábamos de niños
y cedíamos
ante tu presencia.
Cuanto
duele ver cómo mi hijo
arropa la ausencia con su débil cuerpo
y su
altiva juventud.
Qué difícil
la tarde, papá,
cuando pronuncio
tu nombre.
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