Año cero
Inesperadamente existo,
a pesar de la confabulación estelar,
mi vida no fue nunca mía.
Corpúsculos desconocidos,
meteoros y satélites desbocados
que, de forma irremediable, impactan sobre mí;
a ellos pertenezco. Me vigila en la sombra
un centinela de azul armadura, avizor nocturno,
implacable acusador.
Sigo siendo una bóveda adolescente
capaz de resistirlo todo.
El oficio del barquero se extingue,
es mucho mejor hacerlo a nado
cruzar hacia la orilla, visitar nuevas tierras.
Una linfa de plateadas escamas
me acompaña en la travesía; sobre todo nadar,
nadar es preciso para rescatar intacta mi alegría,
tenedlo bien en cuenta
cuando mis sueños corran por los tejados
y queráis juzgarme sin piedad.
Muy bueno, parece un sueño fantástico,esperanzador y con mucha miga, el final genial, muy bueno ;)
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