Juego en la
escombrera
mientras mi
abuela dormita
en la habitación
de al lado.
El derrumbe huele
a pan caliente.
Mi frágil cabello
agitado,
las manos sucias,
el ombligo al aire.
El gesto
cotidiano de crear muros
torres y ventanas
abiertas
se desploma justo
al anochecer,
cuando ella grita mi nombre
Isabel, vuelve;
pero nunca viene
a buscarme.
Una voz secreta
suena
y en el umbral de
la casa vacía,
está mi madre.
está mi madre.
(Madre, 2017)
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