Ni siquiera una
semilla
a punto de brotar
contiene toda la
vida
que tú me has
dado.
Tú sabias cómo
iba a ser
-toda entrega-
en el empeño de
abrir pétalos,
bifurcar tallos,
engendrar
mucho más que
solo una rama.
Todo nuestro
oficio bien aprendido,
un poco de sal
vieja,
genética mecánica,
y salvaje multiplicidad.
De ti, las horas
junto a la familia,
liturgias de pan
y miel,
y como no, el
traje de guerrera
junto con la
espada de acero.
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