Soy Beethoven, sí el
nombre me lo pusieron entre las babosas de una colonia que vivió cerca de aquí
hace algún tiempo. No creáis que me disgusta, todo lo contrario; soy un caracol
al que le gusta la música. Me aficioné a su sonido cuando el trompetista, mi
amigo Mac, se mudó aquí: un precioso pueblo
llamado “ Rescate”. Él sólo tiene un ojo, por eso tuvo que abandonar la
orquesta a la que pertenecía. Suele contar diferente versiones del suceso en el
que perdió el ojo, tantas que no recuerda el suceso. En realidad no importa.
Mac es un gran músico. Dice que la melodía se interpreta con el alma, algo que
no sé si yo tengo- por ser caracol- y que eso le ayuda a ser mejor persona.
Nadie como él sabe entender a los caracoles. Todo lo que yo sé de música me lo
enseñó él.
Hace tiempo, cuando yo
era más joven y me atrevía a entrar en el mundo de los humanos llegué de forma
fortuita hasta el porche de su casa guiado por el sonido de su trompeta.
Comenzó entonces a llover, el viento soplaba tan fuerte que me impedía avanzar
a cada paso y me cobijé allí. En ese momento Mac salía para asegurarse de que
todo estaba en orden después del temporal, de forma accidental me pisó
taladrando así mi concha. Fue la primera vez que vi a un ojo llorar.
-no te preocupes, me
dijo, buscaremos una nueva concha para ti
-¡A mí en realidad, lo
que me gustaría es que me enseñases a
interpretar música!.¡Desde que te oí la primera vez quedé maravillado!. Lo de
la concha no me importa mucho, porque de alguna forma también seré como tú que
tienes una herida en el ojo.
A Mac esto le hizo mucha
gracia
-Esta bien,, de todas
formas buscaremos esa concha, y si no la encontramos ya buscaremos una forma de
dar utilidad a ese agujero, que ahora te hace especial.
Salimos al jardín y
caminamos hasta el bosque, y luego caminamos hasta el mar, encontramos miles de
conchas, pero ninguna estaba hecha a mi medida, así que regresamos a casa. Una
vez allí Mac partió una fruta.
-Es una pera, me dijo, es
mi fruta favorita. No sé si los caracoles coméis peras, pero tampoco eres un
caracol corriente. ¡Seguro que te gusta!
(…y yo me la comí). Mientras
mordisqueaba la pera me dijo:
-Se me ocurre una idea,
cuando como pera siempre se me ocurren. Utilizaremos tu concha para hacer
música, le pediré al viento que silbe en tú agujero y con mis dedos yo guiaré
la melodía, también le pediré a la hoja de la cornisa que caiga sobre ti para
protegerte del frío. Además te voy a contar un secreto, tengo un amigo dragón(
que es mágico) al otro lado del río. Tiene la habilidad de leer el pensamiento,
además posee todas las letras y notas musicales
del mundo, las guarda en su cueva. Él te dará el don de la música, y a cambio
–si es necesario- entregaré mi otro ojo para que se haga realidad tu deseo.
Será mi regalo para compensarte.
El dragón se conmovió
tanto, que además de regalarme el “don” me doto del poder de dejar un rastro de notas musicales
con mi baba.
Desde entonces el viento
Mac y yo formamos un buen equipo, me he
hecho músico profesional y animamos las fiestas que hay por los alrededores del
pueblo interpretando alegres melodías.
Si necesitas de nuestros
servicios solo tienes que seguir el rastro de notas musicales que hay sobre el
suelo , justo al final de la canción me encontrarás.
Isabel S
Una pera, un trompetista, una hoja, un caracol, un ojo y un dragóncillo fueron las propuestas para crear una historia en la que cada uno de los personajes daba su particular visión. Taller de creación literaria 2010
No sólo has sido una Artista a la hora de hilvanar una Historia con esos ingredientes, sino que además tiene mucho sentido...
ResponderEliminarNi hay Mal que por Bien no venga, ni hay Triunfo sin Sacrificio... Aunque aquí también entra en juego una buena dosis de Generosidad, tan escasa en estos tiempos...
Un Beso Musical, Isabel...