Durante el invierno
aquel palacio que se descolgaba por el muro
me permitió imaginar.
Algo intangible desde el tapiz inundaba el cuarto,
quizás entonces pensé el primer poema,
allí entre los dos primeros árboles
de un bosque que se intuía frondoso.
Tienes que dormir, decía mi madre,
la noche no tiene piedad con los que no sueñan.
Viví durante mucho tiempo en un jardín,
entre los brazos de mi abuela y leche caliente
mis ojos nunca se cerraron
pero yo soñaba, madre.
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